Queridas y queridos miembros de la Comunidad de Paz de San José de Apartado, a los aquí presentes y a las no presentes, hoy es un momento histórico homenaje añorado y merecido a nuestros abuelos, abuelas y ancestros, muchos de ellos asesinados. Saludo de resistencia pacífica a todas y todos ellos.
Resaltamos con profunda gratitud y de manera especial y exhaustiva a una persona cuyas convicciones irrenunciables por la vida lo llevo a ligarse con la nuestra, renunciando a sí mismo y decisivamente a meter la bota en el barro una y otra vez al transitar aquella serranía Abibe, acompañándonos en este largo peregrinaje; el Padre Javier Giraldo Moreno.
Señoras y Señores:
Gabinete presidencial, miembros de las diversas instituciones del Estado, miembros de misiones diplomáticas y de agencias internacionales, delegados de organizaciones sociales, humanitarias, campesinas, indígenas, afros, académicas, religiosas y cívicas que nos acompañan en este acto.
Señor Presidente de la República Gustavo Francisco Petro Urrego: la Comunidad de Paz le saluda.

Venimos aquí campesinos y campesinas de aquella tierra que nos vio nacer, de aquella tierra de nuestros abuelitos y ancestros, territorio enclavado en la montaña, la serranía de ABIBE que surte y abastece con sus aguas cristalinas la zona de Urabá, serranía que hace tránsito entre los departamentos de Antioquia y Córdoba.
Venimos de una región formada por una cadena de montañas y valles marcada históricamente por una profunda intensidad bélica que ha ensangrentado por años sus suelos cuajados de fertilidad y hermosa biodiversidad, donde se hace propicio seguir ese hilito de la vida misma que desafían la muerte y el sufrimiento desde unos valores expresados en lenguajes matizados por relatos vivenciales donde el misterio de la vida y de la muerte interpela, en sus estratos quizás más profundos, el verdadero sentido del vivir. De ahí venimos.
El 23 de marzo del año 1997 nos declaramos Comunidad de Paz, una iniciativa pacifica no violenta, sin embargo, nadie nos advirtió que el costo de la coherencia seria enorme y nos obligaría a convivir con el terror: el derroche de la barbarie se manifestaría a través de una avalancha de hechos criminales perpetuándose en el tiempo; el dolor y la crueldad vistió rostros, nombres, cuerpos, lágrimas y sangre, en un sentimiento profundo que hizo pedazos nuestras propias vidas.
Un imposible si se quiere, pensar que esta escena de crueldad, se desarrollaría frente al poder del Estado, y a su aparato de justicia que no revelaría ni voluntad ni eficacia, al contrario, se sumergió en un mar de impunidad. En efecto, nos encontramos cara a cara con las ficciones de la justicia que bloquearon brutalmente con la impunidad absoluta todos aquellos intentos de verdad, sanción, corrección y reparación de los crímenes que ilegitiman profundamente al Estado.
La institucionalidad se negó a ejercer su autoridad constitucional; el aparato judicial, baluarte fundamental de la impunidad, se arropo con la mentira y la falsedad institucionalizada y se atrinchero detrás de un muro de impunidad.
A pesar de toda esta tragedia humana, la Comunidad no ignora el valor y el significado de este acto de reconocimiento nacional e internacional que usted, Señor Presidente, decidió hacer hoy.
Pero a la vez la Comunidad demanda, que este acto puntual de rectificación y de reconocimiento no subestime las dimensiones, repercusiones y proyecciones que tuvieron intervenciones presidenciales en otras épocas que además estigmatizaron a un muy alto nivel y con alta difusión mediática a la Comunidad de Paz, proyectándose en efectos catastróficos e irreversibles durante estos años.
Hoy, nos acompaña aquí la memoria de numerosas vidas destruidas con profunda sevicia; nos acompaña una memoria dolorosa de persecución ensañada de aquella banda de ampones que se hacen llamar Estado; los desplazamientos forzados nos han obligado a digerir con amargura todas las trágicas dimensiones del despojo, de la destrucción y pérdida de lo construido en décadas de hermosa solidaridad comunitaria, en medio de amenazas constante de exterminio repetidas hasta la saciedad por tropas oficiales e ilegales que siempre han actuado en unidad de acción y de propósitos en nuestro territorio.
Hemos padecido tanta crueldad, Señor Presidente, sin embargo, ese afán de exterminio, no ha producido la desaparición de una ética comunitaria y solidaria forjada en estas décadas de sufrimiento, porque, sabemos que resistir pacíficamente implica encontrar salidas creativas frente a muchas estrategias de aniquilamiento, frente a ese abismo que separa cada vez más profundamente la realidad de la conciencia social revestida de un aparente progreso que pretende reciclar el pasado oscuro destruyendo la memoria y la dignidad humana.
Con sentimientos que se cruzan entre dolor y regocijo, recordamos hoy a cada una de nuestras 417 víctimas, de ellas, 312 miembros de nuestra Comunidad despedazadas sus vidas en su mayoría por las balas del Estado, del mismo modo recordamos la vida de Eduar Lanchero, acompañante voluntario de la Comunidad durante 15 años hasta su muerte hace algún tiempo, luego de haber escapado al menos a 22 intentos de asesinato. Al lado de la Comunidad construimos una energía de resistencia resumida en su eslogan favorito: “convertir el dolor en esperanza”. Ahí está la cantera de supervivencia digna de nuestra Comunidad de Paz.

En momentos como este, brotan de nuevo sentimientos de gratitud para con numerosas personas, grupos y comunidades de diversas partes del mundo que nos han acompañado con su apoyo moral insobornable; para con misiones diplomáticas y organismos internacionales que nos han visitado y apoyado en momentos de aterradora persecución; para con la familia colombiana de organizaciones promotoras y defensoras de los derechos humanos, muchas de ellas aquí representadas.
Aferrados a nuestras convicciones y principios acudimos una y otra vez a la humanidad y la historia como único espacio donde depositamos nuestras esperanzas, no sepultando la memoria en el silencio ni dejando de reivindicar la dignidad de todos nuestros hermanos y hermanas mártires.
A todas aquellas personas que se han acercado a nuestra realidad a través de su llanto solidario, nuestra emotiva gratitud.
Comunidad de Paz San José de Apartadó 05 de junio de 2025
