Llevamos varias semanas dejando diversas constancias que muestran la agudización, día a día, de la situación de zozobra que vive nuestra Comunidad de Paz; de los anuncios de exterminio con que nos vienen amenazando; de los ataques contra nuestro proceso; del abuso y el descaro con que actúa la Brigada XVII, sin que ninguna instancia de control del Estado nos defienda.
Por el contrario, es tanto el cinismo, que el Gobierno nacional y el local sólo hablan de todo esto como de cosas pasadas, pues, según ellos, “en Urabá todo marcha bien; todo está en paz”. Y hasta razón tienen, pues para ellos la paz es la paz de las tumbas; la paz del silencio; la paz del sometimiento; la paz de las balas y de la muerte, la única paz que creen posible.
Nos acusan de desprestigiar a las instituciones y de hacer terrorismo psicológico. Lamentablemente nuestros huérfanos, nuestras mujeres violadas, el hambre a la que nos han querido someter, las judicializaciones, los montajes, las muertes, los saqueos y robos, las incursiones violentas, las amenazas, las tomas abusivas de nuestros espacios, no son ficción ni “terrorismo psicológico” sino hechos reales, y todos estos asesinos, sembradores del terror y encubridores de los crímenes, serán juzgados por la humanidad. Sabemos que cada día la sanción moral de los que creen en los principios esenciales de la vida, será más fuerte.
Para los victimarios, todo lo que nos sucede es “mentira”; son “inventos y calumnias” que se les ocurre a las víctimas. Esto lo sabemos. Quienes defienden la vida conocen ya de sobra ese discurso cínico. Cada muerte, cada violación de derechos, es negada y encubierta. Sin embargo, la historia siempre nos ha dado la razón. Hemos sostenido que el paramilitarismo actúa junto a la fuerza pública masacrando y destruyendo, y lo hizo ya desde antes de 1997 cuando creamos la Comunidad de Paz, pero se nos decía y se nos sigue diciendo que “el paramilitarismo no existe”. Hemos recogido nuestros muertos y se nos ha dicho siempre: “no hay muertos, sólo los que mata la guerrilla”; “vivimos en paz”. Torturan y luego nos dicen: “son puros inventos; aquí no se tortura; respetamos los derechos humanos”. Masacraron a Luís Eduardo, a Alfonso y a sus familias, y nos dijeron: “no fuimos nosotros”. Pero como víctimas asimilamos la dimensión histórica de la verdad y de la justicia. Sabemos que las marcas del horror no las puede borrar el poder arrogante que intenta silenciar las conciencias, controlar los medios de información e instaurar el imperio de la mentira.
Por ello debemos dejar constancia de los últimos hechos que siguen destapando la dinámica de muerte y exterminio a la que se nos sigue sometiendo:
- El 1° de marzo a las 2 p.m., una moto con dos hombres encapuchados y con armas cortas entró y dio vueltas por todo el caserío de San José.
- El 1°, 2 y 3 de marzo, los paramilitares realizaron retenes a la salida de Nuevo Antioquia hacia la Esperanza, vestidos de camuflado, con armas largas y con brazaletes de “Autodefensas”; hacían requisas y le decían a la gente que estaba prohibido pasar mas de $ 50.000 en alimentos.
- El 9 y 10 de marzo fueron repartidos en Apartado y San José panfletos firmados por los paramilitares con listas de personas a quienes se les advertía que tenían que irse de la zona o serían asesinadas, afirmando que iban a realizar, según ellos, una “limpieza social”.
- Entre el 7 y 13 de marzo el Ejército hizo presencia en la vereda la Resbalosa. Allí destruyeron varias cosechas; entraban a las casas y se llevaban la comida que tenían las familias; amenazaron a la profesora de la Comunidad que trabaja allí y a varias familias; les decían que eran “guerrilleros” y que los iban a acabar.
- El 14 de marzo a las 12 p.m., en la vereda Mulatos – Cabecera, tropas del Ejército intentaron violar a Luz Tatiana Puerta. Ella se defendió como pudo y gritó pidiendo auxilio. Al no poderla violar, la amenazaron de muerte y de judicializarla como guerrillera. Al mismo tiempo, a Isaac Torres, quien venía con ella, lo hicieron a un lado y le pasaban un machete por la mejilla diciéndole que le iban a quitar el cuero y a sacar los ojos; le decían que él era un guerrillero y lo iban a matar. Isaac les respondía que hicieran lo que quisieran. Después de tenerlo más de media hora en esa tortura psicológica, lo soltaron, lo mismo que a Luz Tatiana, advirtiéndoles que si contaban lo sucedido les iría muy mal.
Todo este cúmulo de hechos muestra con claridad la práctica de muerte de los agentes del Estado. A esto se agregan los diversos combates que se han venido presentando en los últimos días. Sabemos que este actuar de muerte busca exterminarnos, sin embargo, no cederemos ante todo este horror. Continuamos creyendo en la validez de nuestro proyecto de vida y la perversidad del Estado sólo puede confirmarnos en nuestro camino. Diariamente nos reafirmarnos en el valor de la solidaridad y los mensajes que continuamente recibimos de los que en tantos rincones del mundo creen en la vida, nos fortalecen y nos animan a proseguir en nuestra búsqueda de un mundo alternativo.
COMUNIDAD DE PAZ DE SNA JOSE DE APARTADO
Marzo 17 de 2009